EL GRUPO RENOVADOR DEL FMS INICIA UN PROCESO DE REFLEXIÓN

Ahora que la situación mundial demanda mayor conciencia y compromiso, a dos décadas de distancia es desalentador comparar las esperanzas, el entusiasmo y la movilización que acompañaron el nacimiento del Foro Social Mundial en Porto Alegre en el 2001, con  su marginación de hoy en las grandes movilizaciones que están sacudiendo los cimientos de un sistema infinitamente más en crisis y deslegitimación que hace 20 años. El FSM en su momento fue un punto de referencia mundial. Holístico, no sectorial, transversal, horizontal, participativo. Centenares de miles de personas de diversos lugares y  compromisos se juntaron casi cien veces para debatir, intercambiar y construir un mundo mejor.  Esta brillante idea de algunos activistas brasileños se vio acompañada por la generosidad y la situación política del Brasil de entonces y el interés  de varios gobiernos que creían en la paz y en la cooperación internacional.

Hoy estamos en un mundo peor, tanto que en pocos años hemos tenido tres grandes movilizaciones mundiales: una por la supervivencia del planeta, otra por la dignidad de la mujer, y la tercera en contra del racismo. La desigualdad social ha llegado a niveles antes desconocidos, con el 99% de la sociedad galácticamente distanciada del 1%. La finanza, desvinculada de la economía real, supera en sus transacciones especulativas cada día 40 veces lo que produce el trabajo humano de todo el mundo en bienes y servicios. Gobiernos de derecha y autoritarios gobiernan el 71% de la humanidad, expandiendo el racismo y la xenofobia. Los partidos políticos han perdido toda capacidad de elaboración a largo plazo y viven para una política de soluciones meramente administrativas, en las cuales la corrupción y la manipulación de los ciudadanos son prácticas diarias. El Brasil de Bolsonaro, donde nació el FSM, es el símbolo grotesco y trágico de la decadencia de la democracia, de la solidaridad y de los valores que nos convocaron hace 20 años.

Hoy, el problema no es sólo debatir. Conocemos como nunca los datos de los problemas. Gracias a las movilizaciones de la sociedad civil y de la comunidad científica e intelectual, tenemos un conocimiento sin precedentes del enemigo, del capitalismo sin reglas y sin controles que está llevando a la humanidad a un camino de miseria, de odios y de enfrentamientos. La necesidad hoy es de unir fuerzas, organizar, movilizar, denunciar y exigir cambios a las instituciones nacionales e internacionales. Sin dejar el debate, tenemos que pasar a la acción. Es éste el llamado que se escucha en todas las consultas del Consejo Internacional a los movimientos del mundo.

Pero el FSM en estas dos décadas se ha ido marginando y endogamizando, porque sigue anclado a un reglamento de otra época, de otro mundo. El FSM no puede ser un actor, un sujeto político global: es sólo un espacio de encuentro, pero  no puede hacer declaraciones, emitir llamados, juntarse con otras organizaciones ni participar de las movilizaciones en marcha, como colectivo. Con el resultado de que en este mundo distópico, el FSM ha perdido a  muchos de sus participantes y  grandes organizaciones consideran que no necesitan del FSM para encontrar los caminos a seguir.  Sus miembros piden sobre todo acción. En Internet, además de las fakenews y de las expresiones de odio y de intolerancia, pueden encontrar mucho material de reflexión y hacer intercambios diarios, a diferencia del 2001. Y la Pandemia, además de agudizar todas las contradicciones de la llamada normalidad, también ha acostumbrado más a intercambiar ideas y compartir experiencias sin necesidad de un encuentro físico.

No querer reflexionar sobre los cambios en veinte años del mundo es seguramente anticientífico.

Defender el único documento de gobernabilidad del FSM, su Carta de Principios, como un documento eterno se acerca más al mundo de la religión que a luchar en contra del capitalismo, el  colonialismo y el patriarcado, la xenofobia y la codicia como valor supremo. El querer mantener la Carta como un documento intocable, indiscutible, ha creado la extraordinaria situación de que en el CI de Montreal una declaración en contra del golpe que se armaba en Brasil (el Brasil que hizo posible el FSM), apoyada por amplia mayoría, fue bloqueada por una persona para obedecer a las normas de la Carta de Principios.

La teoría detrás de esta norma es que, si se llega a tomar una resolución, esto dividirá inexorablemente el FSM, y para evitarlo sólo se pueden hacer acuerdos por unanimidad. Por lo tanto, el FSM no puede ser un actor colectivo con voz propia. Esto ha llevado a la irrelevancia del FSM, al hecho antidemocrático de que el imposible “consenso” pueda bloquear todo acuerdo por masivo que sea, y a un CI que de 150 miembros anteriores en la actualidad tiene tal vez 50 activos. Gran parte de los movimientos sociales y las grandes organizaciones que lo conformaron han desertado. Lo mismo sucedió con muchos intelectuales y activistas que alimentaron los grandes debates de la época.

Esta amenaza de la división puede ser fácilmente superada adoptando fórmulas que aseguren legitimidad y representatividad cada vez que el FSM se manifieste como actor global, adoptando por ejemplo decisiones con mayorías altamente calificadas, pero abandonando la exigencia de unanimidad que de hecho permite paralizar cualquier acción. El éxito de un foro depende no sólo de la buena voluntad de sus participantes para cooperar y buscar las convergencias, sino también de la flexibilidad y la equidad de sus reglas de funcionamiento. No se trata de abandonar la horizontalidad sino de enmarcarla en una organización más eficaz.

Hay muchos grandes temas donde seguramente no habría divisiones, y sobre los cuales la voz del FSM tendría importancia, volviendo además  a tener presencia en las luchas en curso; citaremos sólo algunas: la catástrofe ambiental, una vacuna universal y gratuita, la justicia social, la defensa de los palestinos a tener su Estado, el rechazo del racismo y la xenofobia, la permanencia de la campaña del “me too”, el aumento incesante de los gastos militares y las guerras provocadas por las potencias, el acoso a las democracias, los derechos de los migrantes.

Esto es precisamente lo que quiere el Grupo Renovador del FSM. Que haya un debate amplio y participativo sobre cómo sacar lección del declive del FSM, abriendo un debate sobre dos temas:

  1. La recomposición y democratización del Consejo Internacional, que necesita ser representativo y contar con nuevas fuerzas jóvenes, comprometidas con las luchas existentes y la diversidad de derechos colectivos, así  como el retorno  de los grandes movimientos sociales que le dieron sustento
  • Un debate sobre la gobernabilidad, para que se puedan adoptar normas democráticas que permitan sostener la diversidad y el diálogo, pero también encontrar los caminos para realizar las acciones globales necesarias que incidan en el mundo de hoy.

El Grupo Renovador del FSM va a abrir un Proceso de Reflexión sobre lo anterior, invitando a  miembros del CI y organizaciones sociales que no pertenecen a él, a encuentros sucesivos con no muchos participantes, para facilitar la profundización de los temas. Las conclusiones a las cuales se llegue en una reunión serán entregadas a los participantes de las reuniones siguientes. Al término de este proceso de reflexión, abierto en el tiempo y transparente, los resultados servirán de base para el próximo Foro Social Mundial, en el que una vez superada la Pandemia podremos encontrarnos nuevamente.

Boaventura de Sousa Santos – Francine Mestrum – Leo Gabriel – Norma Fernández – Oscar González – Roberto Savio

Nuestra web: https://foranewwsf.org

Nuestro Facebook: Towards a New World Social Forum 

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