Algunas reflexiones sobre la naturaleza política del FSM

Por Norma Fernandez, Argentina

  1. La tensión entre espacio de intercambio y articulación por un lado y la necesidad de dar respuesta política a los gravísimos problemas globales ha estado presente en el FSM desde su nacimiento. Y no se ha resuelto, lo que generó el progresivo desgaste  y la ida de gran parte de los líderes sociales y políticos de fuerte presencia local e internacional, así como de muchos referentes intelectuales que dieron a los debates en el FSM su brillo histórico particular.
  2. Más grave es el silencio político conjunto que existió ante atroces violaciones a los derechos humanos colectivos, por parte de un espacio que había irrumpido en el escenario internacional como la vidriera de los colonizados, explotados, marginados, discriminados del mundo entero. La voz que podía canalizar a nivel global las voces silenciadas, las ausencias producidas.  Y por lo tanto, el lugar privilegiado para denunciar los horrores naturalizados del sistema colonial, capitalista y patriarcal.
  3. Cuando nos preguntamos cuál es la causa de tamaña tensión no resuelta en 20 años, lo que parece más claro en el grupo que insiste en que el FSM no tenga una voz global es el miedo a una conducción centralizada y burocrática,  cooptada por organizaciones que impongan sus designios ideológicos a declaraciones y acciones conjuntas. Que las izquierdas históricas y actuales (y las conducciones de movimientos y organizaciones cristalizadas) han sido y son poco democráticas, no hay duda. Gran parte de los que se sintieron atraídos por el nuevo espacio lo hicieron (lo hicimos) por rechazo a autoritarismos y dogmas de partidos y organizaciones y su forma de “representación” que no representaba sino que estaba “en lugar de”.
  4. Pero esos defectos y frustraciones del campo popular históricamente dados, ¿implican que abandonemos toda posibilidad de intervenir como sujeto político global frente a las guerras, las violaciones en masa, la crisis terminal ecológica, el genocidio económico de las mayorías,  los migrantes muertos flotando en el Mediterráneo frente a puertos cerrados? Porque no se trata de actuar a favor o en contra de tal o cual gobierno; se trata de crímenes de lesa humanidad…
  5. En definitiva, hay miedo al interior de algunos sectores del FSM y del CI a que  determinados grupos impongan un discurso único. Bien, ¿y entonces qué hacemos frente a esos riesgos reales? ¿Nos resignamos a no intervenir – como colectivo – en la acelerada destrucción de los derechos sociales históricamente logrados? ¿Dejamos que avance la destrucción de la naturaleza y los bienes comunes? ¿Ignoramos la profundización del racismo y el femicidio en todo el mundo? Nos dispersamos en nuestros pequeños espacios mientras el enemigo se concentra cada día más? 
  6. Nos quedan dos caminos: el primero es refugiamos en espacios sectoriales, eternos debates  y mínimas articulaciones. El segundo es mantener y profundizar las diversidades pero también dar la pelea por nuevas formas de democracia participativa al interior  de este estratégico espacio que aún es el FSM, para desarrollar acciones conjuntas frente a los enemigos comunes. Si no logramos resolver la histórica tensión entre las dos  posturas con un espíritu crítico radical, no podremos romper la parálisis y será el momento de bajar el telón.

 Respecto a la estructura del FSM y el Consejo Internacional (CI)

  1. Todos coincidimos en la importancia sustancial de los movimientos sociales y la necesidad de su articulación. Pero los que llegan al CI no son la mayoría de los movimientos que existen y luchan efectivamente en los territorios. Los que van son mayoritariamente miembros de grandes ONGs  e intelectuales progresistas. Creo que se debería utilizar algo de los fondos de esas organizaciones para invitar a las reuniones del CI a militantes populares de diversas regiones que llevan adelante luchas estratégicas, en forma rotativa, aunque su movimiento no  tengan presencia en varios continentes (como se requiere ahora. Justamente el espíritu global del FSM está para conectarlos y articularlos. Y también que una parte sustantiva del presupuesto conseguido para los eventos tendría que financiar la presencia alternada de activistas de movimientos locales y regionales de todo el mundo en una proporción mucho mayor, lo que permitiría conocer más de cerca las luchas existentes, para facilitar su interacción y acción conjunta.
  2. Algo que se discutió mucho en los primeros años del FSM fue la periodicidad de los eventos. Personalmente creo que haber abandonado la reunión anual en espejo invertido con Davos fue un error. Sin embargo, cuando se argumentó que “el proceso era tan importante como el evento”, que un encuentro de tal magnitud era muy difícil de llevar adelante en poco tiempo y que había que promover eventos regionales o temáticos de menor esfuerzo y estructura, pareció razonable. El problema es que tampoco se hizo eso: en las reuniones del CI nunca se tenía la lista de ellos ni se daba tiempo para organizar su apoyo explícito. Los foros nacían espontáneamente y crecían o desaparecían sin que nos enteráramos, salvo las veces que algún miembro presente comentara su existencia. 

      El tema es que si no hay un evento anual debe haber varios eventos locales, regionales o temáticos ese  año  acompañados de verdad por la coordinación del FSM, desde su idea inicial hasta su concreción efectiva. Darles tanta importancia a esos foros como al gran evento internacional también es una forma de democratizar el FSM, pero hay que proporcionarles visibilidad y apoyo. En particular, los Foros Temáticos son muy interesantes para articular movimientos y organizaciones con luchas semejantes a nivel global. Recuerdo la importancia  a nivel regional que tuvo en 2002 el Foro Temático contra el Neoliberalismo que hicimos en Argentina (con apoyo del CI) cuando avanzaban las políticas reaccionarias en diversos continentes. Se podría discutir la importancia hoy de promover con los  movimientos  específicos foros temáticos globales sobre las cuestiones más urgentes, para decidir las acciones colectivas necesarias.

  • Esto implica un movimiento permanente del FSM, que deberá debatir la mejor forma de coordinar democráticamente el proceso (no alcanza el CI), respetando las diversidades y apoyando las acciones. También debemos revisar el sostenimiento de la Secretaría para que pueda  mantener un espacio de presencia cotidiana que resuelva las demandas.
  • Hubo siempre un tema al que se tuvo tanto miedo como a la centralización política, porque se lo asociaba inevitablemente a ella: la comunicación. En las distintas comisiones del CI dedicadas al tema que se fueron sucediendo en el tiempo presentamos infinidad de planes, proyectos, diseños y propuestas de comunicación.  Se trataba de la visibilización mundial del FSM. Nunca se logró el apoyo político necesario para llevarlos a cabo, y los mínimos recursos obtenidos fueron exclusivamente para necesidades circunstanciales de los eventos, no para pensar a la comunicación como una herramienta estratégica.

Estoy convencida de que  la causa es la misma: quien tiene voz sobre el FSM puede “manipular” la información. Puede, pero  para evitarlo hace falta control democrático sobre ella, no impedir que exista. En los primeros años, el esfuerzo era  por la aparición en los medios tradicionales y los comunitarios; ahora el escenario desierto es internet y las redes sociales (estamos intentando una propia). Creo que hasta que no se resuelva el problema político de fondo a que aludí antes, tampoco se resolverá éste. Ni siquiera pudo lograrse una Página Web de actualización permanente con contenidos informativos para quienes quieran acercarse.

  • Para terminar me gustaría replantear (lo he intentado varias veces antes, siempre sin éxito) un tema que me preocupa. La mayoría de los participantes en las discusiones e intercambios sobre el FSM, en forma escrita u oral, lo hacen en inglés. Se ha naturalizado ese idioma como la “lengua franca” de la humanidad, cuando son sólo algunos los países angloparlantes si miramos el mapa geopolítico. Todos los idiomas oficiales de los países del Sur del mundo hablan lenguas coloniales, es cierto, pero ninguna se ha aceptado como la universal. Español no lo hablan algunos países sino un continente (incluso con fuerte presencia en las dos sociedades que hablan inglés). Portugués  está en uno de los países más grandes del mundo, además de la nación de origen y sus ex colonias africanas. El mundo árabe, con toda su extensión, debe adaptarse a esta tendencia de la intelectualidad progresista global, avalando una hegemonía cultural que va de la mano con la económica, militar y política. Asia sigue siendo un misterio, porque no la escuchamos hablar en sus lenguas propias (salvo en el maravilloso FSM de Mumbay). En los Foros africanos también  hubo poco espacio para las lenguas locales. De los Pueblos Indígenas, nada….

            Muchas veces me han dicho que es para “facilitar” los intercambios, “porque todos hablan inglés”. No es cierto. Es así para los europeos, pero he estado en múltiples reuniones y talleres del FSM donde la mayoría de sus integrantes hablaban otros idiomas; y se terminaba pidiendo la traducción al inglés. Por qué? ¿Quienes hablan inglés no pueden estudiar otro idioma o escuchar a traductores presentes o digitales, como debe hacer el resto? Ésta es una de las asignaturas pendientes del FSM, por su complejidad. Hubo interesantes intentos de abordarla, pero los grandes costos de la traducción simultánea al principio y las dificultades de los voluntarios que traducían por grupos  hicieron que todo eso fuera quedando en buenas intenciones, y se naturalizara lo contrario. Debemos avanzar en facilitar la diversidad de lenguas, y por lo tanto de pensamientos, con interés y creatividad. La hegemonía del inglés al interior del FSM continúa aludiendo a un colonialismo cultural que no se va. 

        Norma Fernández (Argentina) – Universidad Popular de Movimientos Sociales

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